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Financiando el Futuro de la Naturaleza

Financiando el Futuro de la Naturaleza

La crisis climática y la degradación de los ecosistemas amenazan con causar un colapso irreversible de nuestro planeta, como quedó claro en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP28) en Dubái. Evitar este desenlace requiere un enfoque concertado para fomentar la inversión en soluciones basadas en la naturaleza, que hasta ahora reciben solo el 15% de la financiación destinada a combatir el cambio climático, en comparación con las inversiones tradicionales en energías limpias y transporte de bajas emisiones. Paradójicamente, las subvenciones dañinas al medio ambiente reciben tres o cuatro veces más apoyo financiero.

Un ejemplo exitoso de inversión en la naturaleza es el programa de restauración de ríos en eThekwini, Sudáfrica, que ha demostrado que estas soluciones no solo benefician al medio ambiente, sino también a la economía y a la sociedad. Desde su lanzamiento en 2022, esta iniciativa ha creado más de 1,000 empleos, recolectado más de 100 toneladas de desechos y restaurado 98 hectáreas afectadas por especies invasoras. Estos esfuerzos, además de restaurar la biodiversidad local, muestran cómo una estrategia centrada en la naturaleza puede integrarse en los planes de acción climática.

Sin embargo, los proyectos basados en la naturaleza a menudo enfrentan barreras financieras debido a altos costos iniciales y largos periodos de retorno de inversión, lo que los hace menos atractivos para los inversionistas. Es necesario desarrollar cadenas de valor regenerativas y mercados de carbono y biodiversidad de alta integridad, que permitan agrupar proyectos y generar retornos atractivos. Además, los bancos multilaterales de desarrollo deben asumir un papel clave en la reducción de riesgos y en la señalización de la transición hacia una economía más sostenible, movilizando así capital privado.

Una mayor coordinación entre países y ministerios también es crucial. Iniciativas como las implementadas en Zambia, donde el banco central integra la biodiversidad en las directrices de préstamos verdes, y en Ruanda, con la creación de Cuentas de Capital Natural para Ecosistemas, muestran cómo las políticas públicas pueden incluir la conservación y restauración de la naturaleza en la toma de decisiones económicas.

Además, es fundamental que las inversiones en la naturaleza sean justas e inclusivas. Actualmente, solo el 25% de la financiación climática comprometida llega a los proyectos sobre el terreno, y menos del 1% se dirige a comunidades indígenas y locales que juegan un papel crucial en la conservación del planeta. Estas comunidades, que administran un cuarto de la tierra global y poseen una capacidad de secuestro de carbono de 300 mil millones de toneladas, necesitan acceso directo a financiamiento y reconocimiento de sus derechos sobre la tierra.

Con un creciente impulso político, innovación financiera y capacidades tecnológicas avanzadas, el escenario está preparado para un avance significativo en la restauración y preservación de la naturaleza. Los líderes mundiales deben aprovechar este momento para construir una agenda de inversión transformadora, reconociendo que, sin la naturaleza, ni el planeta ni las economías pueden sobrevivir. Como dijo el presidente de Kenia, William Ruto: “Cuando pongamos a la naturaleza en nuestros balances, sabrán que África es rica”.